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El tiempo de Joel es el tiempo del posexilio. Es el tiempo del dominio imperialista persa y de la precariedad. Es tiempo de crisis. El nombre de Joel significa “Yahvé es Dios”. En verdad, su nombre es una proclamación de fe en el Dios de Israel. El profeta lleva consigo una certeza que mostraría su diferencia en la crisis en que él y el pueblo están implicados. En medio de la crisis y la desesperación el profeta toma una posición acertada como representante de la esperanza de Dios para todos. Lo peculiar de Joel es que su pequeño libro tiene su origen en una experiencia de lo cotidiano, es decir, la contemplación de una plaga de langostas. Su mundo es agrícola y, exactamente por eso, la amenaza de las langostas tiene contornos e imágenes de una violencia y destrucción extremas. En la imaginación de los campesinos la nube de langostas trae imágenes impregnadas de pobreza y calamidades. Lo cotidiano está amenazado y genera crisis en el pueblo. El presente se encuentra en vía de destrucción y sin él no hay futuro. Sin campo no hay supervivencia. La vida se encuentra bajo una fuerte amenaza. Sin embargo, Joel tiene algo qué decir…